Era mi intención añadir una serie de reflexiones sobre la experiencia formativa de los Carballo's Boys &Girls el pasado 20 de enero.
La publicación previa de los comentarios de otros compañeros en la misma experiencia inicialmente espoleó mi motivación para soltar un rollo sobre la formación de formadores, los perfiles de los estudiantes actuales, las metodologías más o menos exitosas que he ido aplicando en mis años como comunicador docente, y un sinfín de conceptos teóricos de los que muchos de nosotros andamos algo saturados.
La imagen de Roberto hilvanando propuestas alrededor de su eslogan inicial (Nada cambia si tu no quieres), de forma eficaz y visual, motivando y provocando a los asistentes de forma equilibrada, y sembrando las siempre necesarias dudas, representaba un magnífico punto de referencia para la necesaria argumentación a favor de un curso sumamente atractivo.
Permítaseme no obstante sin distanciarme de la idea primigenia, limitarme a exponer sucintamente algunas cuestiones que considero de relevancia, desde un punto de vista crítico.
1. En primer lugar, aún coincidiendo en gran parte con los argumentos iniciales del Magister Robertus, considero que afortunada o lamentablemente todo cambia, queramos o no. Es inutil resistirse a lo inevitable, y ello tan sólo produce crecientes tensiones internas y externas en cada uno de los individuos que pretenden aferrarse a planteamientos anacrónicos.
2. Olvidamos con frecuencia que el verdadero protagonista de nuestra actividad profesional, al igual que en los restantes sectores económicos, es el cliente, esto es, nuestros alumnos. Ellos deberían representar, junto con las necesidades del mercado en el que van a desarrollar su futura actividad profesional, elementos fundamentales a tener en cuenta a la hora de diseñar tanto nuestros programas como nuestras metodologías.
3. Las tecnologías han llegado para quedarse, como los inmigrantes, las alergias o los impuestos crecientes. Son básicas en el quehacer cotidiano de universitarios, profesionales y empresas, y en igual medida deberían ya estar presentes en nuestras actividad cotidiana, con las oportunas actualizaciones periódicas (el fax, algunos campus virtuales y el correo electrónico para muchos alumnos les remiten a tiempos prehistóricos).
A modo de conclusión: el cambio es inevitable, nos guste o no, llamemosle innovación o resistencia numantina de determinados responsables, que prefieren mirar para otro lado mientras se acerca el final.
Dictus est
